EL DUELO ANTE LA PÉRDIDA DE UN SER QUERIDO
El duelo por la pérdida de un ser querido puede ser especialmente difícil y más en estos tiempos de COVID-19.
A lo largo de nuestra existencia nos enfrentamos a multitud de situaciones de pérdida. Desde la infancia, cuando perdemos un juguete predilecto o el lugar como hijo único. Así como en la adolescencia, cuando perdemos nuestro primer amor o a nuestra amiga del alma, y también en la adultez, cuando perdemos un trabajo, una pareja, un rol o renunciamos a un sueño inalcanzable. Crecer implica perder, dejar atrás. Cada decisión supone una renuncia. Todo cambio, aunque nos enriquezca, también implica algo de pérdida… vivir, a fin de cuentas, es una acumulación de pérdidas, aunque también de aprendizajes.
Lo mismo pasa con la muerte, asumimos que está ahí, pero no queremos que nunca llegue. Cuando sufrimos la pérdida de un ser querido nos sentimos aturdidos, agobiados y atemorizados.
En ocasiones, acumulamos sentimientos de culpa por la muerte de aquella persona querida. En algún momento, es posible que hasta sintamos enojado con el fallecido por habernos dejado. Todos estos sentimientos son normales. No hay reglas sobre cómo debemos sentirnos. No hay una forma correcta o incorrecta de estar de duelo.
Cuando está sufriendo por una pérdida así, es normal que haya dolor físico y emocional. Las personas que están de duelo a menudo lloran fácilmente y pueden tener:
- Dificultad para dormir.
- Poco interés en la comida.
- Problemas de concentración.
- Dificultad para tomar decisiones.
Además de lidiar con los sentimientos de pérdida, quizás también tenga que poner en orden su propia vida. Esto puede ser una tarea dura. Algunas personas pueden sentirse mejor antes de lo que esperaban, mientras que otras pueden tomar más tiempo.
¿Qué es el duelo?
El término duelo tiene su origen etimológico en el latín, procede de la palabra «dolus» que significaba, literalmente, «dolor». Así, aunque se trate, en principio, de una reacción adaptativa normal ante la pérdida de un ser querido, no deja de ser una de las experiencias más dolorosas de la vida y un acontecimiento vital estresante de primera magnitud que se ha relacionado con la aparición de diversos problemas de salud (por ejemplo, se ha asociado el duelo con mayor riesgo de depresión, ansiedad o el abuso de alcohol y fármacos).
El duelo es un proceso único e irrepetible, dinámico y cambiante cuya forma de presentación varía entre personas, familias, sociedades y culturas.
¿Qué debo tener en cuenta si he perdido a alguien?
Hay muchas formas de afrontar un duelo, es irremediable que sentirá tristeza, pero debe aprender a aceptar la pérdida de un ser querido. Trate de no ignorar su dolor. Es posible que pueda obtener apoyo hasta que logre manejar su dolor por su cuenta. Es muy importante obtener ayuda para su duelo si se siente abrumado o muy deprimido por esta situación.
La familia y los amigos pueden ser un gran apoyo. Ellos también están tristes y pueden descubrir que compartir recuerdos es una forma de ayudarse mutuamente. Siéntase con confianza de compartir historias sobre la persona que murió. Quizás algunas personas no quieran mencionar la pérdida o el nombre de la persona fallecida porque les preocupa que esto pueda ser doloroso. Pero hablar sobre esto le puede ayudar. Todos están lidiando con la muerte de alguien a quien amaban.
Para algunas personas, el duelo puede durar tanto que se vuelve malsano. Esto puede ser un indicio de depresión y ansiedad grave. Hable con su médico si la tristeza le impide continuar con su vida diaria. Es posible que pueda encontrar apoyo hasta que pueda manejar el dolor por su cuenta.
¿Cómo puedo apoyar a alguien que ha sufrido una pérdida?
En muchas ocasiones, cuando un amigo o allegado pierde a un ser querido nos invade la tensión de no saber qué decirle o cómo actuar. Lo ideal es abrir las puertas a la comunicación, manifestando interés mediante preguntas que permitan a la otra persona expresarse si así lo quiere «¿cómo estás hoy?». Tomar la iniciativa de llamar a la persona. Además, hablar de nuestras propias pérdidas y de cómo las afrontamos puede resultar de utilidad a la persona y puede favorecer que se sienta comprendido y que hable de su propio proceso.
En definitiva, hay pocas normas para ayudar a la persona, se trata de «estar ahí», mostrarse disponible, permitiéndole compartir su experiencia y acompañándole en su duelo.