¿LAS ALMAS DE LOS SERES HUMANOS SON INMORTALES?

El alma es una pequeña fracción del espíritu universal del cosmos, que está más allá del tiempo y del espacio. Podríamos explicarlo con la siguiente analogía: un alma es similar a una gota del océano, ella, separada, tiene origen en el mar y su composición es la misma.

Nuestro cuerpo muere, pero nuestra alma le sobrevive y sobrevivirá siempre. Todos los seres y elementos del universo, incluidos galaxias, planetas, animales, son aspectos del mismo espíritu universal.

Si nuestra alma muere, sería porque encierra en sí misma principios de destrucción, o porque no tendría otra razón de ser que la vida que presta a nuestro cuerpo y las operaciones que con él produce, o, por último, porque Dios o cualquier otro ser la destruyese. Es así que no puede admitirse ninguna de estas tres hipótesis. Por el contrario:

  1. Nuestra alma es incorruptible, es decir, que no encierra en sí ningún principio de destrucción ni de muerte.
  • La vida de nuestra alma no está ligada con la de nuestro cuerpo; de lo que se deduce que, en virtud de su naturaleza, ésta sobrevive a nuestro cuerpo.
  • Los atributos de Dios exigen que no destruya nuestra alma.

La misión de cada una de las almas que existen en el universo es tomar diversas formas y vivir una diversidad de experiencias a través de los siglos. El cambio permanente de forma del alma es lo que conocemos como la «reencarnación» y que ocurre por una ley ineludible, que en muchas culturas se conoce como karma.

La creencia de todos los pueblos de que hay otra vida.

Todas las culturas han practicado y practican el acto de dar sepultura a los muertos con ritos tradicionales y simbólicos, es porque todos creen que nosotros sobrevivimos a nuestros cuerpos.

La simple idea de la supervivencia sin carácter moral determinado. El ser que muere renace en nuestro mundo actual o en otro semejante, ya sea como hombre o como animal, y tanto la expiación de sus faltas como el premio por sus virtudes se verifica volviendo a vivir en un estado próspero o adverso, en condición noble ó degradada.

Todo lo anterior prueba que la inmortalidad está unida a la naturaleza del hombre tal como el universo la constituyó y debe mantenerse.

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