LA IMPORTANCIA DE DESAYUNAR

“Desayunar” literalmente significa “romper el ayuno” de la noche. Después de varias horas sin comer, el cuerpo necesita combustible para comenzar el día y para que los diferentes sistemas funcionen adecuadamente. Aunque muchas personas lo omiten por falta de tiempo, apetito, rutina o por modas de dieta, la evidencia científica sugiere que desayunar tiene efectos importantes no solo sobre la energía física, sino también sobre el cerebro, el ánimo, la atención y el bienestar psicológico.

Evidencia científica: ¿qué muestran los estudios?

Aquí algunos hallazgos recientes que respaldan por qué tomar desayuno regularmente es beneficioso:

  1. Cognición y rendimiento escolar
    • Un estudio chileno (Cogni-Action Project) con 1.181 adolescentes (10‑14 años) encontró que aquellos que desayunaban justo antes de una tarea cognitiva, que no solían omitir el desayuno, y que tenían un desayuno de alta calidad (con al menos dos componentes saludables, incluyendo productos lácteos) obtuvieron puntuaciones cognitivas más altas.
    • Una revisión sistemática de 45 estudios sobre niños y adolescentes halló que desayunar en comparación con ayunar por la mañana tiene un efecto positivo “agudo” (esa misma mañana) en ciertos dominios cognitivos — memoria, atención, velocidad de procesamiento — aunque el efecto depende de lo que se desayuna.
  2. Salud mental: ansiedad, depresión, estrés
    • Estudios en adolescentes muestran que quienes omiten desayuno tienen mayor riesgo de síntomas depresivos y de ansiedad. Por ejemplo, una scoping review revisó varios estudios y encontró asociaciones consistentes entre saltarse el desayuno y depresión/anxiety en jóvenes.
    • Otro estudio en adultos sugiere que omitir el desayuno se relaciona con peor ánimo, mayor fatiga y menor vigor (especialmente en combinación con mal sueño).
  3. Procesos neuronales y respuesta cerebral
    • Un estudio con adolescentes que usualmente se saltaban el desayuno, comparando desayunar normal vs saltárselo, mostró que al desayunar se reduce la activación en el cerebro de áreas relacionadas con motivación hacia la comida, recompensa y regiones de apetito (como amígdala, hipocampo, cíngulo). Esto sugiere que desayunar puede modular cuánto se “ansía” la comida más tarde durante el día.
    • Otro estudio midió potenciales evocados (event-related potentials, ERPs) en jóvenes adultos: al omitir el desayuno, su desempeño en tareas de memoria de trabajo se veía afectado, y los indicadores eléctricos cerebrales mostraban diferencias en los primeros pasos del procesamiento cognitivo.
  4. Salud física correlacionada
    • Omisiones frecuentes del desayuno se han asociado a riesgo más alto de obesidad, resistencia a la insulina, disfunción metabólica, inflamación de bajo grado.
    • También hay evidencia de que saltarse el desayuno puede aumentar la fragilidad y disminuir la capacidad física en personas mayores.

Efectos a nivel neuronal, psicológico y emocional

Basado en los estudios anteriores y en lo que se conoce de neurobiología, estos son los efectos principales:

  1. Fuel (combustible) para el cerebro
    • El cerebro consume glucosa (azúcar proveniente de los alimentos) de modo constante. Al amanecer, después del sueño, los niveles de glucosa están bajos. Un desayuno adecuado restablece estos niveles, ayudando al cerebro a funcionar mejor.
    • Sin ese combustible, procesos como atención sostenida, memoria operativa, concentración y velocidad de procesamiento se ven afectados.
  2. Regulación de neurotransmisores y hormonas
    • Cuando pasas mucho tiempo sin comer, puede incrementarse la liberación de hormonas del estrés, como el cortisol. Esto puede generar irritabilidad, ansiedad e incluso afectar el humor negativo. Estudios han encontrado que desayunar ayuda a moderar estos picos hormonales.
    • También baja ingesta de nutrientes esenciales (vitaminas del grupo B, minerales, proteínas) puede afectar la síntesis de neurotransmisores como serotonina, dopamina, que están implicados en el ánimo, motivación, regulación emocional.
  3. Equilibrio emocional y psicológico
    • Desayunar favorece iniciar el día con mayor energía, menos fatiga, mejor ánimo. Evita estados de bajón, irritabilidad, “brain fog” (sensación de confusión mental).
    • Mejora la autoestima y sensación de control: llevar una rutina saludable (incluyendo desayuno) puede reforzar hábitos positivos, disciplina, orden.
  4. Relación con el sueño
    • Mal dormir + saltarse el desayuno puede multiplicar efectos negativos de ánimo. Un estudio demostró que quienes tienen problemas de sueño y además omiten desayuno presentan mayor fatiga, menor vigor.
    • También, la alimentación de mañana puede sincronizar parte de los ritmos circadianos: cuando comes en horarios regulares, se regula mejor el reloj interno, lo que favorece mejor respuesta hormonal, alertas, metabolismo. Hay evidencia de que retrasar o saltar comida en la mañana puede desajustar estos ritmos.

Consejos prácticos para desayunar mejor

Aquí algunas recomendaciones basadas en lo que funciona según la evidencia:

  • Haz del desayuno una rutina: intenta desayunar más o menos a la misma hora cada mañana. Esto ayuda a regular los ritmos corporales y a que el cuerpo “espere” ese combustible.
  • Incluye proteína: alimentos como huevos, yogur, queso, legumbres o frutos secos suman proteínas, que dan saciedad, ayudan a mantener mejor el control del apetito y evitan picos de hambre o demandas de comida “snack” poco saludable. (Ver estudio con desayuno alto en proteína en adolescentes: menos deseo de comida motivada por recompensa).
  • Carbohidratos complejos + fibra: pan integral, avena, frutas enteras. Proveen energía sostenida y evitan subir y bajar rápido el azúcar.
  • Grasas saludables: aguacate, nueces, semillas, aceite de oliva. Ayudan a la absorción de ciertas vitaminas, modulan sensación de saciedad.
  • Evita desayunos muy altos en azúcar refinado: grandes cantidades de azúcar provocan picos rápidos de glucosa seguidos de bajones, lo que puede afectar el ánimo, provocar cansancio o “cravings” (antojos).
  • Desayuna algo aunque sea pequeño: si no tienes hambre justo al levantarte, algo ligero pero nutritivo (ejemplo: fruta + yogur, batido, o una tostada integral con proteína) es mejor que nada.
  • Desayuna en un ambiente relajado, con calma si puedes: comer rápido o en estrés reduce la digestión óptima y puede aumentar cortisol; una experiencia calificada de desayuno puede tener efectos positivos adicionales psicológicamente.
  • Planea con anticipación: si por las mañanas estás ocupado, prepara cosas la noche anterior: avena remojada, ingredientes listos, frutos secos o barritas caseras.

Posibles matices, advertencias y excepciones

  • Algunas personas practican ayuno intermitente y pueden sentirse bien con ello, pero puede que no sea adecuado para todos. El impacto depende de la salud individual, nivel de actividad, metabolismo, edad.
  • No todos los desayunos son iguales: la calidad importa tanto como el hecho de desayunar. Un desayuno con muchos alimentos procesados, poco valor nutricional puede no dar los mismos beneficios, incluso podría provocar efectos negativos si es muy alto en azúcar.
  • Momentos de adaptación: si tú estás acostumbrado a no desayunar, puede tomar tiempo que tu cuerpo se adapte al cambio. Los primeros días puede costar, pero muchos estudios muestran mejoras si el buen hábito se mantiene.

Desayunar no es solo “una tradición” ni algo que se recomienda por obligación: hay evidencia científica sólida de que tiene efectos reales sobre la cognición, sobre el ánimo, sobre la regulación emocional, la atención, y sobre la salud física. Adoptar el hábito de desayunar alimentos de calidad puede mejorar productividad, bienestar psicológico, y calidad de vida.

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