EL SER Y EL EGO
El ser es el lugar en el que reside la felicidad, la paz interior y el amor, tres cualidades de nuestra auténtica naturaleza, las cuales no tienen ninguna causa externa; tan sólo la conexión profunda con lo que verdaderamente somos. En el ser también se encuentra nuestra vocación, nuestro talento y, en definitiva, el inmenso potencial que todos podemos desplegar al servicio de una vida útil, creativa y con sentido.
Desde el mismo día de nuestro nacimiento, cada uno de nosotros hemos ido perdiendo el contacto con nuestra «ser». Los seres humanos nacemos en la inconsciencia más profunda.
El Ser o la Consciencia
Para la consciencia o el ser, sólo hay una realidad que está basada en la verdad donde prima el bienestar común sobre el individual. Al no hacer juicios, ni califica, ni se compara.
Se rige haciéndose responsable de sus actos puede generar mejores resultados, no se avergüenza de sus errores y aprende de ellos para no repetirlos. Al no tener complejo de inferioridad es totalmente libre y se muestra como es, entiende que todos somos iguales y no necesita ser mejor o competir con nadie, ya que comprende que todos somos parte de lo mismo.
El Ego
El ego es nuestro instinto de supervivencia emocional. También se le denomina «personalidad» o «falso yo». No en vano, el ego es la distorsión de nuestra esencia, una identidad ilusoria que sepulta lo que somos verdaderamente. El ego es la máscara que hemos ido creando con creencias de segunda mano para adaptarnos al entorno social y económico en el que hemos nacido y nos hemos desarrollado.
Así, el ego nos lleva a construir un personaje en la sociedad. Y no sólo está hecho de creencias erróneas, limitantes y falsas acerca de quiénes verdaderamente somos. El ego también se asienta y se nutre de nuestro lado oscuro y frágil.
Reflexión
Muchas veces lo que mostramos a los demás es nuestro ego con el fin de defendernos y no ser atacados. Nuestra verdadera esencia, ese 90 % de lo que somos, la mantenemos oculta sin darnos cuenta que esa es nuestra parte verdaderamente valiosa. Permanecemos gran parte del día actuando desde nuestro ego, aunque estoy convencido que todos hemos experimentado la libertad y la plenitud que se siente cuando permitimos que sea nuestra consciencia la que guíe nuestro camino.
Necesitamos reconocer que no hay peligro, que no hay necesidad de luchar, de dramatizar, de atacar o defender. Es el momento de perseverar y generar hábitos que nos lleven a aquietar nuestro ego de una vez por todas. Es el momento de permitir que prime nuestro ser, es el momento de ser libres y vivir en la realidad, en la belleza y en la plenitud. Ha llegado la hora de que lo que reine en nuestros corazones sea nuestro sabio interior; permitámonos sentir la conexión con el universo y con todos los seres que nos rodean. Es tiempo de relacionarnos sanamente, es tiempo de regresar a la verdad y de vivir en paz.